Elección papal
Ayer, 12 de marzo, fue iniciado en la Ciudad
del Vaticano el cónclave por medio del cual se realizará el proceso de
elección papal, que dará como resultado la designación del nuevo sumo
pontífice de la iglesia católica.
El cónclave, denominación
derivada del latín “cum clavis” que quiere decir “bajo llave”, es la
reunión que celebra el colegio cardenalicio de la iglesia Católica
romana para elegir a un nuevo obispo de Roma, cargo que a la vez
conlleva los títulos de Papa (Sumo Pontífice y Pastor Supremo de la
iglesia Católica) y de jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano.
El
proceso de elección papal en forma de cónclave se inició a partir del
año 1276, siguiendo las normas y procedimientos establecidos por primera
vez en la bula “Ubi periculum”, promulgada en 1274 por el papa Gregorio
X durante el Segundo Concilio de Lyon.
Esta reclusión, busca el
máximo aislamiento del mundo exterior y que de acuerdo a la “Universi
Dominici Gregis”, tiene el propósito de salvaguardar a los electores de
la indiscreción ajena y de los intentos de afectar a su independencia de
juicio y libertad de decisión, así como garantizar el recogimiento que
exige un acto tan vital para la Iglesia.
Este evento solemne se
lleva a cabo en la Capilla Sixtina, la cual fue construida entre 1471 y
1484 por orden del papa Sixto IV (de quien toma su nombre). El primer
cónclave fue el de 1492, en el que se eligió al papa Alejandro VI y ha
sido la sede oficial de todos los cónclaves desde 1878.
El proceso
de selección papal ha pasado por distintos estadios, marcados por
circunstancias históricas, desde que Jesús designara a Pedro como la
piedra sobre la que habría de edificar su Iglesia, siendo conocido como
el primer Papa.
Inicialmente no había un proceso fijado para la
sucesión papal y éstos eran seleccionados a menudo con la participación
de laicos, o simplemente puestos en el cargo en manifestaciones de poder
político.
Luego de establecidos los cónclaves han existido tres
formas mediante las cuales podía realizarse la elección de la figura del
Papa: por “aclamación”, en donde los cardenales escogían al candidato
de forma unánime “como inspirados por el Espíritu Santo”; la última vez
que este procedimiento se utilizó fue en 1621 con la elección del papa
Gregorio XV; la segunda forma de selección utilizada es la denominada
por “compromiso”, que se daba en situaciones en las cuales de forma
reiterada se hacía imposible que un candidato alcanzase los votos
suficientes, escogiéndose entonces una comisión reducida de cardenales
que procediese por sí misma a la elección; el último Papa escogido
mediante este procedimiento fue Juan XXII en 1316 y finalmente, la
selección por “escrutinio”, se da mediante el voto secreto.
La
modalidad de escrutinio es en la actualidad la forma oficial de
selección papal y fue impulsada y declarada por el papa Juan Pablo II en
el año 1996, mediante la “Universi Dominici Gregis”, documento que
dispone, entre otros aspectos, las reglas para la celebración de los
conclaves.
La elección papal toma lugar en caso de que se declare
la denominada Sede Vacante, que marca el final de un Pontificado. Esta
situación puede ser producto de dos circunstancias: la muerte del Papa o
su abdicación (renuncia). La muerte del papa Juan Pablo II dio paso a
la elección del papa Benedicto XVI (Joseph Ratzinger), quien, con menos
de ocho años de haber sido elegido como Papa, se convirtió en el quinto
sumo pontífice en declarar su renuncia al ministerio de Pedro. Además de
él, han renunciado Benedicto IX (1045), Gregorio VI (1046), Celestino V
(1294) y Gregorio XII (1415).
Cuando se produce la Sede Vacante,
se convoca la Congregación General de Cardenales y se celebra una misa
solemne denominada “Pro eligendo pontificem” (para la elección del
Pontífice), normalmente presidida por el Cardenal Decano, en la que se
pide a Dios que ilumine las mentes de los electores. Luego se procede a
las deliberaciones secretas llevadas a cabo en la Capilla Sixtina,
realizándose dos votaciones en la mañana y dos en la tarde. Se requiere
el voto de las dos terceras partes de los miembros del colegio
cardenalicio para la elección de un Papa.
El proceso de votación en el cónclave se divide en tres partes: pre-escrutinio, escrutinio y post-escrutinio.
Si
ninguno de los candidatos obtiene la mayoría de dos tercios, se queman
en una estufa las papeletas de los votos junto con las notas de los
Escrutadores. Se agregan sustancias químicas al fuego para que el humo
sea negro e indique una elección sin éxito. En caso de que la selección
satisfaga el requerimiento de las dos terceras partes, los papeles se
queman usando paja seca, lo que da lugar a una fumata (humo) de color
blanco que sale por la chimenea y que anuncia la elección de un nuevo
Papa.
El Papa elegido debe expresar de inmediato su aceptación o
no del ministerio, y se le pregunta el nombre con el que será conocido
adquiriendo la plena y suprema potestad sobre la Iglesia. Los nombres
más utilizados por los sumos pontífices han sido: Juan (23 ocasiones) y
Gregorio y Benedicto (16 veces), mientras que 43 nombres (como Pedro,
Anacleto, Ponciano o Eusebio), han sido utilizados una sola vez, en
tanto que Juan Pablo I y Juan Pablo II son los únicos que han usado un
nombre compuesto.
Definitivamente, la elección de un Papa es un
acontecimiento que ha fascinado a la humanidad durante siglos: cerca de
5,000 periodistas de todo el mundo se encuentran acreditados para cubrir
este acontecimiento y se espera que entre 200,000 y 300,000 personas se
congreguen en la plaza San Pedro a la espera del anuncio de la
selección de un nuevo Papa.
En esta ocasión, los expertos estiman
una lista de los candidatos más probables a ocupar el cargo, entre los
que se encuentran Peter Turkson (ghanés), Luis Tagle (filipino),
Gianfranco Ravasi y Angelo Scola (italianos), Christoph Schˆnborn
(austriaco), Joao Braz de Aviz y Odilo Pedro Scherer (brasileños),
Leonardo Sandri (argentino), Timothy Dolan (norteamericano) y Marc
Ouellet (canadiense).
El cardenal Wilfrid Fox Napier, arzobispo
de Durban en Sudáfrica, por su parte, declaró en una entrevista
concedida a la Radio Vaticana que el nuevo Papa “debe ser alguien que
sea un pastor capaz de alcanzar y tocar la vida de las personas”. Sea
que se elija un papa de línea más tradicional o uno que se estile como
un Papa revolucionario, esperamos que en breve tiempo escuchemos la
frase “Habemus Papam” que anuncie al mundo que la iglesia Católica tiene
un nuevo guía espiritual. Esperemos.

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