FINALES NBA 2018....Houston devuelve el primer golpe: velocidad, movimiento y acierto
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El pánico tras el primer partido se convirtió en garra y los Rockets fueron una versión muchísimo mejor de sí mismos en el Game 2.
D'Antoni dijo después del palo del primer partido que sus Rockets no iban a cambiar ahora. Que un equipo de 65 victorias tiene que confiar en lo que lleva haciendo toda la temporada. Y sí... Pero no. Los Rockets no dejaron de lado los aclarados (evidentemente) ni los cambios casi automáticos en defensa, pero corrieron más, se comunicaron mejor, tomaron decisiones más rápidas, movieron el balón más allá del primer pase y acertaron... Acertaron mucho. Es decir, no han cambiado su estilo de juego, pero digamos que le han dado un lavado de cara más que interesante y efectivo. Fueron una versión (muy) mejorada... de sí mismos.
Las claves al final son algunas de las mismas que llevan toda la temporada con ellos y que destacamos tras el primer partido de la serie: reducir/provocar pérdidas (los Warriors habían perdido más balones en la primera parte que en todo el primer partido), mover el balón más allá del primer pase que sale de las manos de Harden o Paul (14 asistencias de los demás por nueve de la pareja de generadores principales) y el nivel de acierto de los secundarios, que ayer estuvieron de matrícula: seis triples (6/9) y 27 puntos para Eric Gordon, cinco triples (5/6) y 22 puntos de P.J. Tucker (solo un punto en el primero...) y 19 tantos y seis pases de canasta de un sensacional Trevor Ariza que entendió el partido de maravilla (cortes, continuaciones, pases extra...).
Lo que sí cambiaron los Rockets que seguramente no estaba en el plan inicial fue la velocidad en la toma de decisiones. Con un solo objetivo: evitar que esa trituradora de equipos que es la defensa en cinco contra cinco de los Warriors en playoffs pueda colocarse y obligar a Harden a jugar posesiones largas buscando mismatch y sin conceder ayuda alguna en el proceso (lo que llamamos la táctica anti-Harden del primer partido).
Y en el otro lado, Kevin Durant. Mucho Kevin Durant (38 puntos con buenos porcentajes y esa sensación de que podrían haber sido 50...) Pero solo Kevin Durant, que además no repartió una sola asistencia. Klay desapareció por completo en la segunda parte (ni un solo punto tras el descanso), Curry, que da la sensación de no estar aún al 100% en algunas posesiones, anotó 16 puntos pero falló siete de sus ocho triples mientras los Rockets le castigaban una y otra vez en defensa (hasta 23 veces contra él...).
Los Warriors lanzaron peor, corrieron menos, perdieron más balones y movieron menos y peor el balón en ataque. Los Rockets, más o menos, todo lo contrario, con un Chris Paul que sumó menos pero aportó mucho más (16+6). El base, que también dejó una de las suyas (un pase amagado que acaba en bote para después pasar de verdad), fue más protagonista en los dos lados de la cancha y acabó, tras un gran esfuerzo, tocado de un tobillo (nada grave, en principio).
El lavado de cara ha refrescado a los Rockets y también la eliminatoria (1-1). Y algún pequeño gran ajuste como el de la velocidad en las decisiones ha sorprendido a los Warriors, que aun así vuelven a casa con la tranquilidad del trabajo hecho (han robado un punto en Houston y ahora tienen factor cancha en una serie a cinco). El próximo partido, madrugada del domingo al lunes en la caldera de Oakland, la casa de los campeones.
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